Seguimos descubriendo la historia de las mujeres paraguayas junto a Ana Barreto

La reconocida historiadora Ana Barreto abrió nuevamente el primer módulo del Centro de Formación política para candidatas, en este caso en la ciudad de Pilar, Ñeembucú. La relevancia de su ponencia consiste en visibilizar las historias de las mujeres paraguayas que han marcado las diferentes épocas del país, e impulsar a las mujeres a analizar y problematizar esta invisibilización en la búsqueda de la reconstrucción de nuestro pasado colectivo, y por ende, de nuestra identidad actual y nuestros desafíos a futuro.

Al preguntar Ana con qué suceso histórico relacionaban a la mujer paraguayas, las participantes
mencionaron la guerra. Esto dio pie a hablar de la historia de Elisa Lynch, Juanita Pessoa y Pancha Garmendia, tres mujeres relacionadas al Mariscal López, y el distinto trato que recibieron todas ellas. Elisa Lynch y Juanita Pessoa pasaron a la memoria colectiva como mujeres valientes y abnegadas, quienes siguieron al héroe hasta el final, pese a que él estuviera en pareja con ambas a la vez y que en su testamento sólo reconociera a una de ellas. Pancha Garmendia, por su parte, rechazó las atenciones del Mariscal y por tanto fue perseguida y encarcelada, sometida a todo tipo de acosos que minaron su salud física y mental, y finalmente lanceada a orillas del arroyo Guasú. Su final, pese a su extrema crueldad, es poco conocido. Como explicó Ana, esto no es casual, pues la historia fue escrita así de modo aleccionador: para las que siguen al líder, quien no necesita justificarse a sí mismo, existe un premio. Para quienes se resisten, sólo hay castigo y olvido.


Otro dato importante relatado por Ana fue que la primera mujer que terminó el bachillerato, en el año 1988, era originaria de Ñeembucú. Luisa Velazco nació en Pilar, vivió en Humaitá y luego en Asunción. Sus padres la inscribieron en el Colegio Nacional de la Capital, donde sabían que solo podían egresar varones, y donde ella fue apedreada al entrar. Luisa no quería ser maestra así que ingresó en la carrera de Derecho; sin embargo no pudo finalizarla pues se casó con un hombre que, debido a su participación en las revoluciones, tuvo que huir a Corrientes. Allí murió Luisa, y unos años después finalmente egresó la primera abogada paraguaya: Serafina Dávalos.

Ana instó a las mujeres a reconocer a las lideresas y referentes de sus propios partidos políticos, y visibilizar sus acciones a favor de los derechos de las mujeres. Uno de los ejemplos más claros es el de Isabel Arrúa Vallejos, del Partido Colorado, quien fue la primera alta funcionaria del Ministerio de Relaciones Interiores, propulsora del voto femenino y editora de un periódico llamado El Feminista. También les propuso investigar los orígenes del propio movimiento feminista paraguayo, originado dentro del magisterio: las maestras fueron las primeras en llevar a cabo una revolución.

"Los hombres tienen cientos de ejemplos históricos en los que reflejarse, pero las mujeres no", expresó Ana. "Es peligroso que las mujeres nos miremos en los hombres, porque ellos no tienen los mismos desafíos y responsabilidades que históricamente tuvimos nosotras. Conocer la historia sirve en tanto les sirva para el presente. Si ustedes pueden mirarse en el pasado para entender lo que está pasando hoy y pensar en estrategias para el futuro, entonces la historia cumplió su cometido."


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