Olga Samcevich de Ladan, una maestra del arte y de la vida


Olga Samcevich nació en Carmen de Paraná, Itapúa, el 8 de julio de 1932.

Docente, artista y ambientalista, la pintura y el dibujo fueron su gran motivación desde la infancia, pudo desarrollar esa vocación artística a partir de la labor docente. Fue maestra en la Escuela República Argentina y más tarde en la Escuela Normal Clementina Irrazábal en Encarnación. En 1955, fue llamada para dirigir una escuela básica en Hohenau y junto con su esposo, Bladimiro Ladan, convocaron a un equipo de cuatro maestras y anunciaron a la comunidad la apertura del nuevo año lectivo. Su calidad de docente iba más allá de los contenidos, doña Olga no solo enseñaba sino que también educaba en valores, realizaba distintas actividades, veladas, obras de teatro, entre otras, para obtener fondos y mejorar las instalaciones de la escuela.

Promovió e inició la apertura del primer instituto de enseñanza secundaria en el interior del país para brindar a los y las jóvenes la oportunidad de seguir estudiando. Muchas familias se opusieron, pues para ellos era más importante el trabajo que la educación de la juventud. Don Bladimiro fue persistente y gracias al diálogo los convenció, y así lograron convocar y matricular una buena cantidad de estudiantes. En 1965 ese Instituto fue nacionalizado y se convirtió en el Liceo Nacional de Hohenau, el cual contaba con instalaciones propias como resultado del trabajo conjunto entre el cuerpo docente y la comunidad.

La pasión por el arte la condujo a participar de exposiciones colectivas, llegó a ganar el segundo premio por un cuadro de naturaleza muerta al óleo y el primer premio por la obra "Independencia" en muestras realizadas por la Municipalidad de Encarnación. También pintó asiduamente con acuarelas, y experimentó con otras técnicas como acrílico, pasteles, xilografía y cerámica. La naturaleza constituía una de sus principales fuentes de inspiración: en su obra se destacan las plantas y flores, los paisajes arbolados, los lagos y arroyos, y especialmente el lapacho, árbol nacional del Paraguay, en sus variantes rosada, amarilla y blanca. Olga fue siempre una firme defensora del cuidado de la naturaleza, expresado a través de su obra, en la que incursionó con técnicas de reciclado con bajo efecto residual y mínima afectación para el medio ambiente. Además, organizó y participó de intervenciones e instalaciones artísticas en espacios públicos.

En 1971 Olga fue nombrada Supervisora de Enseñanza Primaria de la zona C de Itapúa, lo cual constituyó un reconocimiento a su dedicación y entrega a la labor educativa. Poco tiempo después, retornó con su esposo y sus tres hijas a Encarnación. Fue una mujer multifacética y activa, la pintura constituía para ella un refugio creativo y recreacional, además de una vía para expresarse y comunicarse con el mundo.

Participó de numerosas exposiciones con sus obras y recibió decenas de premios y distinciones. Sus trabajos se encuentran en colecciones privadas y públicas nacionales y de otros países, como Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, México, Japón, Taiwán, Francia, España, Estados Unidos, Alemania y Ucrania. Esta experiencia la llevó a organizar con otras docentes y entusiastas en el arte, la Asociación Paraguaya Sureña de Educación Creativa, Artística y Cultural (APSECART). Desde esta asociación participo en muchos eventos sociales y culturales e integró numerosas comisiones y espacios organizativos. Fue co-organizadora del Primer Acto Cultural realizado el 24 de febrero por el “Día de la Mujer Paraguaya” en Encarnación y fue la primera directora del Taller Creativo de Arte en el marco de la extensión universitaria de la Universidad Católica de Itapúa. También impulsó las bienales de arte en Encarnación, donde reunía a numerosos artistas de toda Latinoamérica, y co-escribió el libro Formas y Colores en Itapúa, donde recoge el trabajo de artistas del departamento.

Fue socia fundadora de la Unión de Amas de Casa del Paraguay, una organización que tenía como objetivos el fomento del autoconsumo familiar a través de la huerta y el uso de energía solar. Fue pionera en la difusión de las ventajas económicas y ecológicas de la utilización del sol como fuente de energía para cocinar. También fue promotora de las propiedades nutritivas y medicinales de la rosella, también conocida como flor de Jamaica, una planta sumamente versátil y generosa en sus usos.

Falleció el 14 de octubre del 2019, dejando un invaluable legado para el arte, la educación y la cultura local y nacional. En su memoria, el Centro Cultural Paraguayo Alemán preparó una instalación artística llamada “Las esferas de ondas virtuosas” en el Paseo de los Teros de la ciudad de Encarnación. Estas esferas fueron creación de doña Olga, y simbolizan la unidad, la fuerza, la ventura, y de su interior emergen los mejores deseos para aquellos que lo aprecian.


Ilustración de Laura Medina y Makie Zuiderwyk para Sumamos Mujeres

Redacción: Julieta Gamarra - Sumamos Mujeres


Fuentes:

-   “La Gran Aventura”, Bladimiro Ladán Omelanchuk (2016)

- Blog de Mariel Farecha http://marielfatecha.blogspot.com/2014/08/mermelada-de-rosella-en-una-cocina.html

- Diario ABC Color


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